Conan y sus dos compañeros, tras ser capturados, son llevados ante el rey Osric. Esperando ser castigados severamente por robar en el templo de la serpiente, se encuentran con la sorprendente hospitalidad del rey.
-Thulsa Doom, durante años he burlado a ese semidios. ¡Serpientes!, ¡en mi hermosa ciudad! Al oeste: Nemedia, Aquilonia; al sur: Koth, Estigia... Serpientes. Por todas partes esas torres del mal. Tan solo vosotros os habéis enfrentado a su dios. ¿Y que sois vosotros?... ¡ladrones!
-¿Veis esto? -les enseña una daga-. Lo llaman las fauces de la serpiente. Y esta fue clavada en el corazón de un padre por su propio hijo, y mi propia hija ha caido en el encantamiento de Thulsa Doom. ¡Ja!, hay en su mano una daga igual que esta para mi.
-Ella le siguió como una esclava, buscando la verdad de su alma, ¡como si yo no pudiera dársela! -enfurecido, lanza la daga, que se clava en una mesa.
-Mientras hablamos, mi hija viaja hacia el este, hacia Thulsa Doom, y su montaña de poder. Ella ha de ser ¡suya!
Unos sirvientes le acercan joyas, que arroja hacia Conan y sus compañeros.-Llevaos cuanto podais, pero devolvedme a mi hija. ¡Aquí hay más!, ¡mucho más! ¡Suficiente para convertiros en reyes!
Los tres ladrones miran sorprendidos a Osric.
-Llega un momento, ladrones -dice el abatido rey-, en que las joyas dejan de brillar, en que el oro pierde su brillo, el salón del trono se convierte en prisión, y en que todo lo que queda es el amor de un padre hacia su hija.
Del largometraje Conan el bárbaro, 1982.
-Thulsa Doom, durante años he burlado a ese semidios. ¡Serpientes!, ¡en mi hermosa ciudad! Al oeste: Nemedia, Aquilonia; al sur: Koth, Estigia... Serpientes. Por todas partes esas torres del mal. Tan solo vosotros os habéis enfrentado a su dios. ¿Y que sois vosotros?... ¡ladrones!
-¿Veis esto? -les enseña una daga-. Lo llaman las fauces de la serpiente. Y esta fue clavada en el corazón de un padre por su propio hijo, y mi propia hija ha caido en el encantamiento de Thulsa Doom. ¡Ja!, hay en su mano una daga igual que esta para mi.
-Ella le siguió como una esclava, buscando la verdad de su alma, ¡como si yo no pudiera dársela! -enfurecido, lanza la daga, que se clava en una mesa.
-Mientras hablamos, mi hija viaja hacia el este, hacia Thulsa Doom, y su montaña de poder. Ella ha de ser ¡suya!
Unos sirvientes le acercan joyas, que arroja hacia Conan y sus compañeros.-Llevaos cuanto podais, pero devolvedme a mi hija. ¡Aquí hay más!, ¡mucho más! ¡Suficiente para convertiros en reyes!
Los tres ladrones miran sorprendidos a Osric.
-Llega un momento, ladrones -dice el abatido rey-, en que las joyas dejan de brillar, en que el oro pierde su brillo, el salón del trono se convierte en prisión, y en que todo lo que queda es el amor de un padre hacia su hija.
Del largometraje Conan el bárbaro, 1982.
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