Si tuviera que elegir una planta de entre todas las que poseo o he
cultivado, esa sería la vinca de Madagascar. No es la
planta más hermosa ni tiene las flores más espectaculares. Sin
embargo es la planta que, junto con un
espatifilo, me ha acompañado más años, 13 en concreto, y eso ha hecho que le tenga un especial afecto . Bueno, no exactamente. También se ha ganado mi aprecio por sus
propios méritos, que son muchos. Sus flores son pequeñas y sencillas,
pero hermosas, muy numerosas y con un periodo de floración muy largo. En
Sevilla mis vincas comienzan a florecer bien entrada la primavera,
entre abril y mayo, y dejan de hacerlo con los fríos intensos de
noviembre. Ocho meses sin dejar de florecer, no está nada mal ¿no? Me
aguantan perfectamente al aire libre, en macetones, con sol directo y
orientación este. Sevilla no tiene unos inviernos especialmente fríos,
pero no obstante siempre hay alguna semana que la temperatura ronda los
0ºC. En esas condiciones la planta se adormece, deja de florecer y
pierde casi todas las hojas, adquiriendo un aspecto lánguido y feo. Pero
no muere. Solo tengo que podar las ramas desnudas y esperar al estío.
Durante el otoño, el invierno y la primavera me aguantan sin problema
desde el amanecer hasta la tarde con sol directo. En verano la sombra de
un toldo las protege durante las horas más calurosas del día,
soportando el sol únicamente las tres o cuatro primeras horas del día.
Para un obtener un aspecto reluciente debemos regar 2 o tres veces a la
semana durante el estío. Pero aguantan muy bien la sequía y te avisan
cuando necesitan más agua: las hojas y ramas pierden vigor adquiriendo
un aspecto mustio, volviendo a su estado original al poco de recibir el
agua. Esta capacidad es muy útil en lugares como Sevilla, que durante la
canícula pueden alcanzar calores extremos de 40º-50ºC. En esas
condiciones me han llegado a aguantar 7-10 días sin riego, recuperando
después toda su fuerza y perdiendo, como mucho, una parte de las hojas
más viejas y ramas más débiles. En climas tan calurosos como el del
valle bajo del Guadalquivir es una capacidad muy valorable. Durante el
invierno, la planta apenas necesita agua, será suficiente regarla una
vez cada 7-10 días. Eso si está en maceta, porque si está en suelo
olvídate de regar. Una planta estupenda.
Luego también, me gusta que sea fácil de propagar, tanto por semilla (produce vainas con muchas semillas) como por esqueje. Yo prefiero el esqueje porque te aseguras que la planta hija es exacta a la madre, y también tarda menos en adquirir el aspecto arbustivo y dar flores. Es muy curioso pero siempre, siempre, mi ratio de éxito con los esquejes de vinca está en torno al 35-40% (lo he calculado). Por contra, si la reproduces con semillas, el color de las flores puede variar al de la madre y suelen tardar dos o tres años en transformarse en arbusto. Durante ese tiempo tendrás una delicada y pequeña ramita con algunas hojas y, con suerte, una flor en su extremo. Por su facilidad de propagación, consideré que la vinca de Madagascar era una especie invasiva, pues no es raro que aparezcan espontáneamente nuevas plantitas en zonas cercanas, incluso en sitios inhóspitos como grietas en el suelo o rincones de los muros. Ese pensamiento me llevó a trasladar mis plantas a un sitio de costa para cubrir unos arriates. Suponía que en un lugar más agradable, con clima templado y húmedo, las plantas cubrirían rápidamente tres arriates, dos en semisombra y uno con sol directo. Así que desmonté mis macetas y las trasplanté en su nueva ubicación. También sembré muchísimas semillas que recogí de las mismas plantas.
Todo parecía ir bien, no aparentaban que hubieran sufrido con el cambio, y además brotaron innumerables plantitas nuevas por todos lados. Sin embargo, lentamente, la cosa empeoró. En tres años las plantas trasplantadas murieron (cinco), una detrás de otra. Y casi todos los retoños que germinaron no resistían más de una temporada. Actualmente, después de la devastación, en los arriates sólo me quedan dos pequeñas plantitas que resisten a duras penas.
¿Por qué? No lo sé, pero es curioso que una planta en apariencia tan dura y fácil de reproducir no prospere en un lugar que considero más propicio. ¿Las plantas madres estaban adaptadas a un clima distinto, una tierra distinta? ¿Necesitan un cambio genético a través de la propagación por semillas, y por eso los plantones no prosperaron mientras que algunos brotes nuevos sí?
Afortunadamente, antes del triste desenlace hice esquejes y acopio de semillas, para recuperar mis antiguas macetas en mi balcón sevillano. Me temía lo peor y no quería que aquellas plantas que tantos años me habían acompañado desaparecieran sin más. Sé que hubiera sido más rápido y fácil acercarme a un vivero y comprar otras nuevas, pero ya no serían las mismas. Yo no quería unas vincas de Madagascar, quería las mías. Con los esquejes y semillas he vuelto a repoblar mis dos macetas originales, y ahora que comienza la primavera espero ansiosamente que despierten y rebroten para ver de nuevo sus hermosas flores asomar por mi balcón.
Actualización a noviembre de 2022:
Nombres: vinca, vincapervinca de Madagascar, vinca rosea, catharanthus roseus, ammocallis rosea, y lochnera rosea. Flor o laurel del príncipe.
Fichas:
- Wikipedia.
- Infojardin.com.
Luego también, me gusta que sea fácil de propagar, tanto por semilla (produce vainas con muchas semillas) como por esqueje. Yo prefiero el esqueje porque te aseguras que la planta hija es exacta a la madre, y también tarda menos en adquirir el aspecto arbustivo y dar flores. Es muy curioso pero siempre, siempre, mi ratio de éxito con los esquejes de vinca está en torno al 35-40% (lo he calculado). Por contra, si la reproduces con semillas, el color de las flores puede variar al de la madre y suelen tardar dos o tres años en transformarse en arbusto. Durante ese tiempo tendrás una delicada y pequeña ramita con algunas hojas y, con suerte, una flor en su extremo. Por su facilidad de propagación, consideré que la vinca de Madagascar era una especie invasiva, pues no es raro que aparezcan espontáneamente nuevas plantitas en zonas cercanas, incluso en sitios inhóspitos como grietas en el suelo o rincones de los muros. Ese pensamiento me llevó a trasladar mis plantas a un sitio de costa para cubrir unos arriates. Suponía que en un lugar más agradable, con clima templado y húmedo, las plantas cubrirían rápidamente tres arriates, dos en semisombra y uno con sol directo. Así que desmonté mis macetas y las trasplanté en su nueva ubicación. También sembré muchísimas semillas que recogí de las mismas plantas.
Todo parecía ir bien, no aparentaban que hubieran sufrido con el cambio, y además brotaron innumerables plantitas nuevas por todos lados. Sin embargo, lentamente, la cosa empeoró. En tres años las plantas trasplantadas murieron (cinco), una detrás de otra. Y casi todos los retoños que germinaron no resistían más de una temporada. Actualmente, después de la devastación, en los arriates sólo me quedan dos pequeñas plantitas que resisten a duras penas.
¿Por qué? No lo sé, pero es curioso que una planta en apariencia tan dura y fácil de reproducir no prospere en un lugar que considero más propicio. ¿Las plantas madres estaban adaptadas a un clima distinto, una tierra distinta? ¿Necesitan un cambio genético a través de la propagación por semillas, y por eso los plantones no prosperaron mientras que algunos brotes nuevos sí?
Afortunadamente, antes del triste desenlace hice esquejes y acopio de semillas, para recuperar mis antiguas macetas en mi balcón sevillano. Me temía lo peor y no quería que aquellas plantas que tantos años me habían acompañado desaparecieran sin más. Sé que hubiera sido más rápido y fácil acercarme a un vivero y comprar otras nuevas, pero ya no serían las mismas. Yo no quería unas vincas de Madagascar, quería las mías. Con los esquejes y semillas he vuelto a repoblar mis dos macetas originales, y ahora que comienza la primavera espero ansiosamente que despierten y rebroten para ver de nuevo sus hermosas flores asomar por mi balcón.
Marzo de 2017 |
Marzo de 2017 |
7/05/2017 |
Actualización a noviembre de 2022:
Nombres: vinca, vincapervinca de Madagascar, vinca rosea, catharanthus roseus, ammocallis rosea, y lochnera rosea. Flor o laurel del príncipe.
Fichas:
- Wikipedia.
- Infojardin.com.
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