A veces, un día cualquiera, sin motivo aparente, estás ocupado mientras tienes la radio encendida, y de repente oyes una canción que te cautiva, te emociona, y dejas lo que estuvieras haciendo, incapaz de moverte o pensar, atento sólo a la melodía. No tiene por que ser una canción nueva, quizás la hayas escuchado muchas veces antes. Sin embargo, por alguna razón esa canción, en ese momento, es mágica, te remueve o te toca el corazón.
No es la primera vez que me pasa. Hará un par de años descubrí a Johnny Cash (menudo "descubrimiento", dirán los entendidos, pero es que hasta entonces nunca me interesó) de madrugada, conduciendo por una desierta carretera secundaria. Aburrido y absorto, volvía a casa. El fin de semana había terminado, y unas pocas horas después entraría a trabajar. Y sin saber como, una voz profunda y curtida, como la de un predicador de western clásico, disparó directo a las entrañas. Aquella "bala" era The man comes around. Ya no estaba en mi coche, sino sobre una colina pedregosa, y delante de mi desfilaban miles de condenados gimiendo tras ser juzgados, mientras las llamas arrasaban la tierra.
Pues ayer estaba tranquilo en casa e inesperadamente volvió a ocurrir. Era una canción que se emite en radiofórmulas desde el año pasado, pero fue entonces cuando ocurrió algo especial. La letra es sencilla y sentimental, así como los acordes. El estilo country del cantante y la guitarra acústica le aporta matices populares, sobre todo en la primera mitad del tema, que se vuelve más rítmico y bailable durante la segunda. Pero toda esa sencillez esconde mensajes muy profundos, básicos en las relaciones humanas. Tras escuchar unos segundos de la introducción, dejé de estar en el salón de mi casa. Sentí la caridad de los seres queridos hacia aquellos que lo están pasando mal, el amor incondicional de un padre hacia su hijo. Este amor se suele denominar como filial, sin embargo es mentira. El amor que siente un padre o madre hacia sus hijos es el único y verdadero amor, sin adjetivos. Lo que comúnmente suele denominarse como amor en verdad no deja de ser más que una mezcla de pasión y obsesión, pero no es amor. Amor es que cuando todo está en contra, tú te sacrificas por el otro, sin importar si este se ha equivocado. No importa la distancia. Tú acudes. No importa la culpa. Tú amparas. Sin esperar recompensa. Sin desaliento. Sin descanso. Cuando todo se derrumba alrededor del otro, tú sostienes firmemente su mano y lo guías hasta el hogar. Al terminar la canción, miré a mis hijos y me juré no olvidar jamás esas bellas estrofas.
Hey brother, Avicci (2013).
No es la primera vez que me pasa. Hará un par de años descubrí a Johnny Cash (menudo "descubrimiento", dirán los entendidos, pero es que hasta entonces nunca me interesó) de madrugada, conduciendo por una desierta carretera secundaria. Aburrido y absorto, volvía a casa. El fin de semana había terminado, y unas pocas horas después entraría a trabajar. Y sin saber como, una voz profunda y curtida, como la de un predicador de western clásico, disparó directo a las entrañas. Aquella "bala" era The man comes around. Ya no estaba en mi coche, sino sobre una colina pedregosa, y delante de mi desfilaban miles de condenados gimiendo tras ser juzgados, mientras las llamas arrasaban la tierra.
Pues ayer estaba tranquilo en casa e inesperadamente volvió a ocurrir. Era una canción que se emite en radiofórmulas desde el año pasado, pero fue entonces cuando ocurrió algo especial. La letra es sencilla y sentimental, así como los acordes. El estilo country del cantante y la guitarra acústica le aporta matices populares, sobre todo en la primera mitad del tema, que se vuelve más rítmico y bailable durante la segunda. Pero toda esa sencillez esconde mensajes muy profundos, básicos en las relaciones humanas. Tras escuchar unos segundos de la introducción, dejé de estar en el salón de mi casa. Sentí la caridad de los seres queridos hacia aquellos que lo están pasando mal, el amor incondicional de un padre hacia su hijo. Este amor se suele denominar como filial, sin embargo es mentira. El amor que siente un padre o madre hacia sus hijos es el único y verdadero amor, sin adjetivos. Lo que comúnmente suele denominarse como amor en verdad no deja de ser más que una mezcla de pasión y obsesión, pero no es amor. Amor es que cuando todo está en contra, tú te sacrificas por el otro, sin importar si este se ha equivocado. No importa la distancia. Tú acudes. No importa la culpa. Tú amparas. Sin esperar recompensa. Sin desaliento. Sin descanso. Cuando todo se derrumba alrededor del otro, tú sostienes firmemente su mano y lo guías hasta el hogar. Al terminar la canción, miré a mis hijos y me juré no olvidar jamás esas bellas estrofas.
Hermano, hay un camino sin fin por redescubrir.
Hermana, que sepas que el agua es dulce pero la sangre es más densa.
Oh, si el cielo se desploma, por ti,
no hay nada en este mundo que no fuera capaz de hacer.
Hermano, ¿todavía confías en los demás?
Hermana, me pregunto si todavía crees en el amor.
Oh, si el cielo se desploma, por ti,
no hay nada en este mundo que no fuera capaz de hacer.
¿Y si estoy lejos de casa?
Hermano, escucharé tu llamada.
¿Y si lo pierdo todo?
Hermana, te ayudaré.
Oh, si el cielo se desploma, por ti,
no hay nada en este mundo que no fuera capaz de hacer.
Hey brother, Avicci (2013).
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